¿Qué es la ampelografía?
Antes de que existieran las pruebas de ADN, los viticultores y científicos ya se las ingeniaban para distinguir una uva de otra. ¿Cómo? A través de la forma de sus hojas, racimos y brotes. A este estudio se le llama ampelografía, una mezcla de arte y ciencia que ha sido clave para preservar la diversidad de las vides en todo el mundo.
¿Qué estudia exactamente la ampelografía?
Es una rama de la botánica que se encarga de la identificación y clasificación de las vides (específicamente del género Vitis), a partir de la observación de sus características morfológicas, es decir, los rasgos físicos que pueden verse a simple vista.
Entre esos rasgos se analizan:
- Hojas: forma, contorno, tamaño y nervaduras.
- Peciolos: la estructura que une la hoja con el tallo.
- Brotes: su forma, color y tipo.
- Racimos: tamaño y características.
- Uvas: color, contenido de semillas, sabor y textura.
¿De dónde viene esta práctica?
Aunque ya se usaba de forma empírica en civilizaciones antiguas como Grecia o Roma, la ampelografía se formalizó como disciplina científica en el siglo XIX, sobre todo tras la crisis de la filoxera, una plaga que devastó los viñedos europeos. Esa urgencia impulsó la necesidad de clasificar con precisión las variedades resistentes y auténticas.
Más adelante, en el siglo XX, el investigador Pierre Galet sistematizó el estudio de las hojas de vid y lo convirtió en un método moderno, que sigue siendo útil hasta hoy.
¿Por qué es importante en la viticultura actual?
Aunque hoy contamos con herramientas genéticas, la ampelografía sigue siendo una forma rápida, accesible y práctica de identificar variedades en el campo, especialmente en regiones donde no siempre hay acceso a laboratorios.
Además:
- Ayuda a preservar la diversidad genética de las vides.
- Permite reconocer variedades autóctonas que podrían perderse con el tiempo.
- Contribuye a la adaptación al cambio climático, ya que identificar vides resistentes puede ser clave para el futuro del vino.
La ampelografía no solo observa hojas, también protege la historia y la riqueza de las vides. Gracias a esta disciplina, hoy podemos disfrutar de una enorme variedad de uvas, vinos y perfiles únicos en cada región vitivinícola del mundo.